
El decreto establece metas claras para el reciclaje y reutilización de plásticos en Brasil.
La industria de alimentos, bebidas y packaging en Latinoamérica entra en una nueva fase de regulación ambiental con la publicación del Decreto n.º 12.688, de 21 de octubre de 2025, conocido ya en Brasil como el “Decreto del Plástico”.
Esta norma instituye el Sistema de Logística Reversa de Embalajes de Plástico a nivel nacional y convierte en obligatorias una serie de metas de recuperación, reciclaje y uso de contenido reciclado postconsumo (PCR) para todos los eslabones de la cadena: fabricantes, importadores, distribuidores y comercio minorista.
El contexto no es menor. Brasil es hoy el mayor generador de residuos plásticos de América Latina y el octavo del mundo, con cerca de siete millones de toneladas al año, de las cuales alrededor del 44 % corresponde a productos de un solo uso.
La propia Abiplast, asociación que agrupa a la industria del plástico en el país, estima que los fabricantes de alimentos y bebidas representan aproximadamente el 24,1 % del consumo nacional de plástico.
Al mismo tiempo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recuerda que apenas el 9 % de los residuos plásticos se reciclan a escala global, un dato que ha sido retomado por el gobierno brasileño para justificar la urgencia de acelerar la economía circular en este sector.
Para las empresas mexicanas y de otros países latinoamericanos que exportan alimentos y bebidas a Brasil, el Decreto 12.688 no es solo un asunto doméstico brasileño.
Implicará ajustar diseños de envase, modelos de suministro, esquemas de trazabilidad y contratos con socios locales para asegurar el cumplimiento de metas de logística inversa del plástico en un mercado que, según Euromonitor, ya ocupa la sexta posición global en volumen de bebidas no alcohólicas y sigue creciendo de forma sostenida.
El mensaje es claro: quien no integre la logística inversa en su estrategia de packaging corre el riesgo de enfrentar barreras regulatorias, sanciones y pérdida de competitividad.
Decreto 12.688: un nuevo sistema obligatorio de logística inversa del plástico
El Decreto n.º 12.688/2025 reglamenta artículos clave de la Política Nacional de Residuos Sólidos (Ley 12.305/2010), que ya preveía la responsabilidad compartida y la logística reversa, pero sin metas tan concretas ni un sistema operativo específico exclusivo para envases plásticos.
Con esta norma, el gobierno federal crea formalmente el Sistema de Logística Reversa de Embalajes de Plástico, alineado con la Política Nacional y con los compromisos asumidos por el país en acuerdos ambientales internacionales.
El texto legal define que el sistema se aplica a embalajes plásticos primarios, secundarios y terciarios, y también a productos equiparables, como vasos, platos y cubiertos, siempre que se encuentren en la fracción seca de los residuos urbanos.
Esto incluye de manera directa la mayoría de los envases utilizados por la industria de alimentos y bebidas: botellas, garrafas, films flexibles, bandejas para refrigerados y congelados, cápsulas, tapas, envases multilaminados con alto contenido plástico y otros formatos asociados a productos de consumo masivo.
Desde el punto de vista jurídico, el decreto transforma obligaciones antes difusas en metas cuantificables y exigibles. Establece que fabricantes, importadores, distribuidores y comerciantes deben asegurar la recolección, el retorno y la destinación ambientalmente adecuada de un porcentaje creciente de embalajes de plástico que colocan en el mercado brasileño, en un esquema que combina responsabilidad extendida del productor con mecanismos de compensación y certificación.

Metas de recuperación, reciclaje y reutilización hacia el 2040
Uno de los puntos más sensibles del Decreto 12.688 para la estrategia de la industria es el calendario de metas obligatorias. De acuerdo con las comunicaciones oficiales del Ministerio de Medio Ambiente y la Agencia Gov, Brasil se compromete a recuperar y reciclar el 32 % de todas las embalagens plásticas ya en 2026, con una trayectoria de incremento gradual hasta alcanzar el 50 % en 2040.
El decreto también fija metas de reutilización: el país aspira a pasar de un índice actual cercano al 22 % a un 40 % de reutilización de embalajes plásticas para 2040.
Lo cual implica impulsar sistemas de envases retornables, modelos de refill y soluciones de uso prolongado, que pueden redefinir por completo la lógica de distribución de productos alimenticios y bebidas en canales como el Horeca, el retail tradicional y el e-commerce.
Estas metas se sustentan en referencias internacionales como el informe “Panorama Global del Plástico”, de la OCDE, que subraya la baja tasa de reciclaje mundial y la necesidad de instrumentos regulatorios que obliguen a cerrar el ciclo de materiales.
Para las empresas, esto se traduce en la necesidad de modelar escenarios de cumplimiento, proyectar inversiones en logística y reciclaje y diseñar contratos de largo plazo con operadores capaces de garantizar las tasas de recuperación exigidas por la norma, so pena de enfrentar sanciones administrativas, reputacionales y, potencialmente, restricciones de mercado.
Contenido reciclado posconsumo y rediseño de envases para alimentos y bebidas
Más allá de las metas de recuperación, el Decreto del Plástico también introduce objetivos cuantitativos vinculados al contenido reciclado posconsumo en los propios envases plásticos. Análisis de firmas especializadas y medios económicos brasileños, indican que las empresas de mayor porte deberán incorporar, a partir de 2026, un porcentaje mínimo de resina PCR en determinados productos plásticos, con un valor inicial de alrededor del 22 %, que luego se incrementará gradualmente.
Esto es especialmente crítico para los fabricantes de alimentos y bebidas, porque obliga a garantizar calidad, compatibilidad con alimentos y cumplimiento de regulaciones sanitarias al mismo tiempo que se aumenta la proporción de material reciclado.
La medida converge con tendencias globales, como los requisitos de contenido reciclado en la Unión Europea para botellas de PET para bebidas, y obliga a la industria brasileña y a sus proveedores externos a alinear especificaciones técnicas, procesos de extrusión, soplado e inyección, así como pruebas de migración y desempeño de envase.
Para exportadores mexicanos y latinoamericanos que usan envases producidos localmente y los despachan hacia Brasil, esto implica revisar la cadena de suministro: no bastará con cumplir normas sanitarias y de etiquetado.
Será necesario demostrar que el packaging cumple también con los índices de contenido reciclado que exige la normativa brasileña, especialmente en categorías como bebidas no alcohólicas, lácteos, salsas y alimentos procesados listos para el consumo, donde el uso de plásticos flexibles y rígidos es intensivo.

El decreto transforma obligaciones antes difusas en metas cuantificables y exigibles. Foto: Freepik
Obligaciones empresariales en la logística inversa del plástico
El Decreto 12.688 detalla una arquitectura de obligaciones distribuidas a lo largo de la cadena. Fabricantes e importadores de productos en envases plásticos se convierten en responsables directos de estructurar o adherirse a sistemas de logística inversa del plástico capaces de alcanzar las metas de recuperación y contenido reciclado.
Distribuidores y minoristas también se integran al sistema, facilitando la recolección de envases posconsumo mediante puntos de entrega voluntaria, acuerdos con cooperativas y esquemas de devolución en tienda.
El decreto admite la adopción de “soluciones integradas” que pueden incluir puntos de entrega voluntaria, programas de recolección selectiva, unidades de clasificación manual o mecanizada, plantas de producción de resina PCR y comercialización de embalajes postconsumo.
Esto abre la puerta para que la industria de alimentos y bebidas se articule con consorcios sectoriales, entidades gestoras y plataformas de créditos de reciclaje que ya operan en Brasil, en lugar de desarrollar individualmente toda la infraestructura.
En términos prácticos, las compañías deberán mejorar sus sistemas de medición de flujos de embalajes puestos en el mercado, reportar resultados al Sistema Nacional de Información sobre Gestión de Residuos Sólidos (Sinir) y documentar el cumplimiento de metas a través de certificados de logística inversa y contenido reciclado.
Eso exige fortalecer capacidades internas de ESG, compliance ambiental y gestión de datos, así como integrar a las áreas de empaque, abastecimiento, finanzas y asuntos regulatorios en una estrategia única.
Trazabilidad como nuevo estándar
Un elemento distintivo del Decreto del Plástico es la prioridad que otorga a las cooperativas, asociaciones y otras formas de organización popular de recolectores de materiales reciclables.
El propio texto del decreto establece que el sistema de logística inversa del plástico debe priorizar la destinación de embalajes reciclables a estas organizaciones, que son actores centrales en la infraestructura real de reciclaje urbano en Brasil.
Al mismo tiempo, el decreto articula la logística inversa con instrumentos de mercado como el Certificado de Crédito de Reciclaje de Logística Reversa (CCRLR), el Certificado de Crédito Masivo para el Reciclaje, la Estructuración y el Futuro (CERE) y el Certificado de Massa Futura, ya previstos en normas anteriores sobre reciclaje de embalajes.
Estos certificados permiten que las empresas demuestren, ante la autoridad ambiental, que cumplieron sus metas de recuperación y contenido reciclado, aun cuando la operación física de recolección y reciclaje la ejecuten terceros.
Para la industria de alimentos y bebidas, esto implica que la logística inversa del plástico ya no se limita a programas de marketing o iniciativas piloto de reciclaje. Se convierte en un componente formal de la estrategia de cumplimiento, con contratos que monetizan toneladas efectivamente recicladas y que dependen de la capacidad operativa de cooperativas y recicladores industriales.
Empresas que ya trabajan con esquemas de certificación de créditos de reciclaje o sistemas equivalentes en otros mercados tendrán una ventaja inicial, pero deberán adaptar sus metodologías a los requisitos específicos brasileños de rastreabilidad, auditoría y reporte en Sinir.

La aprobación del Decreto 12.688 debe leerse también como un movimiento estratégico de posicionamiento de Brasil en las negociaciones globales sobre plásticos y economía circular. En paralelo a la norma, el país lanzó iniciativas como “Plastic Reboot”, focalizadas justamente en reducir el consumo y el descarte de plásticos de un solo uso en el sector de alimentos y bebidas, un segmento que concentra cerca del 40 % del consumo global de plástico.
Para México y otros países latinoamericanos, el decreto brasileño funciona de facto como un laboratorio regulatorio. Quienes exportan alimentos y bebidas a Brasil tendrán que cumplir estas exigencias si quieren mantener o ampliar su participación en un mercado que, además de su tamaño, actúa como Hub regional de tendencias regulatorias y tecnológicas.
Al mismo tiempo, el endurecimiento de la logística inversa del plástico en Brasil introduce una referencia concreta que puede influir en futuras reformas en México, Chile, Colombia y otros países que ya discuten esquemas de responsabilidad extendida del productor para envases.
Desde la óptica de competitividad, los fabricantes que incorporen pronto criterios de diseño para reciclaje, incremento de contenido PCR y modelos de reutilización estarán mejor posicionados frente a tenderos, cadenas de retail y plataformas de e-commerce que ya comienzan a exigir indicadores de circularidad a sus proveedores.
Esto es especialmente relevante en segmentos intensivos en plástico, como bebidas azucaradas, agua envasada, lácteos refrigerados, snacks, salsas y productos listos para consumir, donde cualquier cambio en el material de envase tiene efectos multiplicadores a lo largo de la cadena.
Retos tecnológicos, financieros y de gobernanza para la industria
Desde el punto de vista tecnológico, el principal reto será asegurar resinas recicladas de grado alimenticio en volúmenes suficientes, con especificaciones consistentes y precios competitivos. La cadena de suministro de resinas recicladas en Brasil ya muestra signos de recuperación después de la caída de 2023, pero aún enfrenta volatilidad en la oferta y en los precios, así como desafíos de calidad.
Para los fabricantes que dependen de importaciones de envases o insumos plásticos, esto refuerza la conveniencia de evaluar alianzas con recicladores locales y desarrollos conjuntos de materiales.
En el aspecto financiero, la implementación de la logística inversa del plástico bajo el nuevo decreto requerirá inversiones en infraestructura de recolección, clasificación y reciclaje, además de costos asociados a certificaciones, auditorías y sistemas de información.
Sin embargo, análisis de entidades empresariales brasileñas sugieren que la expansión de la cadena de reciclaje puede generar retornos económicos significativos, tanto por el valor recuperado de los materiales como por ahorros derivados de la reducción de tasas de disposición en rellenos sanitarios y de riesgos reputacionales.
En términos de gobernanza, la industria de alimentos y bebidas tendrá que mejorar la integración entre áreas que tradicionalmente operan en silos: sostenibilidad, empaques, operaciones, compras, jurídico y asuntos regulatorios.
También será clave construir nuevos modelos de colaboración con gobiernos locales, municipios, cooperativas y organizaciones de la sociedad civil, ya que la efectividad de la logística inversa depende de la infraestructura urbana y del comportamiento del consumidor, no solo de las decisiones corporativas.

Integrar la logística inversa del plástico en la estrategia corporativa ya no es opcional, es un requisito para mantener acceso a mercados globales.Foto: Freepik
Recomendaciones estratégicas para la industria de alimentos, bebidas y packaging
Aunque el Decreto 12.688 esté orientado al contexto brasileño, las empresas mexicanas y latinoamericanas pueden aprovechar este punto de inflexión para anticiparse.
El primer paso es mapear con precisión qué categorías de envases plásticos utilizan para sus productos destinados a Brasil, qué volúmenes colocan en el mercado y cuál es su huella actual de reciclaje y reutilización. Con esa línea base, es posible modelar escenarios de cumplimiento frente a las metas de recuperación y contenido PCR establecidas en el decreto.
En paralelo, conviene revisar las especificaciones técnicas de envases y trabajar con proveedores para incrementar el contenido reciclado sin comprometer seguridad alimentaria ni desempeño logístico.
Esto incluye evaluar sustituciones de resinas vírgenes por PCR certificado, simplificar estructuras laminares, favorecer mono materiales y optimizar formatos para facilitar la clasificación y reciclaje. Las decisiones de diseño de packaging adoptadas hoy tendrán implicaciones regulatorias y económicas durante toda la vigencia del calendario de metas hasta 2040.
Finalmente, la integración en sistemas colectivos de logística inversa del plástico, la firma de acuerdos sectoriales y la adopción de soluciones digitales para trazabilidad pueden reducir costos y complejidad, al tiempo que fortalecen la posición de la empresa frente a autoridades y clientes.
En un escenario en el que organismos internacionales advierten sobre el impacto de las botellas y otros envases de bebidas en la contaminación de costas latinoamericanas, las compañías que demuestren liderazgo en circularidad tendrán un argumento adicional de valor de marca y licencia social para operar.
La logística inversa del plástico como nuevo requisito de competitividad
El Decreto 12.688 convierte la logística inversa del plástico en una condición estructural para operar en el mercado brasileño de alimentos y bebidas. No se trata solo de una obligación ambiental más, sino de un rediseño del modelo de negocios en torno al packaging, que combina metas obligatorias de recuperación y reutilización con índices de contenido reciclado posconsumo, priorización de cooperativas de recicladores, certificación de resultados y exigencias crecientes de transparencia.
Para los profesionales de la industria alimentaria en México y Latinoamérica, el mensaje es doble. Por un lado, Brasil se consolida como referencia regulatoria regional en gestión de residuos plásticos; entender y anticipar las implicaciones del Decreto del Plástico es clave para proteger y ampliar la presencia de sus marcas en ese mercado.
Por otro, la experiencia brasileña ofrece un anticipo de la dirección que probablemente tomarán otras jurisdicciones en los próximos años, con regulaciones más estrictas sobre envases, presión por reducir plásticos de un solo uso y mayor escrutinio sobre la circularidad de la cadena de valor.
En este contexto, integrar la logística inversa del plástico en la estrategia corporativa ya no es opcional. Es un requisito para mantener acceso a mercados, responder a inversionistas y grandes retailers, y construir una narrativa creíble de sostenibilidad alineada con los compromisos globales contra la contaminación plástica. La pregunta para los equipos directivos de alimentos, bebidas y packaging en México y LATAM no es si deberán adaptarse a este nuevo estándar, sino qué tan rápido y con qué nivel de ambición lo van a hacer.





La nota original fue publicada en The Food Tech.



