
El gobernador dejó en claro su diagnóstico crítico del rumbo económico del gobierno nacional, afirmando categóricamente que “con este plan económico, la industria está condenada”, recordando haber acuñado la frase de “industricidio” en referencia a los últimos años de los 90s.
Identificó la estrategia económica del gobierno nacional centrando su cuestionamiento en tres puntos clave: la dolarización de los costos de producción, la apertura de importaciones y la consecuente paralización del mercado interno debido a la caída del consumo. La combinación de estos factores genera un escenario de alta complejidad para la producción local. “El aumento de costos en dólares, junto con la competencia de productos importados más baratos, reduce drásticamente la rentabilidad y la capacidad de inversión de las empresas. A esto se suma la contracción del mercado interno, esencial para el consumo de bienes producidos en la provincia, completando un círculo vicioso de crisis industrial”.
Kicillof defendió enfáticamente el rol activo del Estado como elemento clave para asegurar el desarrollo del sector privado. “La inversión estatal debe verse como un facilitador indispensable para que las empresas puedan crecer. El Estado y el sector privado no van por carriles separados, ya que las empresas invierten cuando hay rutas, puertos e infraestructura adecuada: no hay que elegir entre uno u otro, sino trabajar de manera conjunta y pensando en el futuro”.
Aseguró que la provincia de Buenos Aires se enfoca en “el desarrollo de infraestructura logística y energética”, considerándola “el motor necesario para que el sector privado retome el camino de la inversión y la generación de empleo”.



