
El sector textil argentino enfrenta una situación desafiante.
En octubre del 2023, a pocos días de las PASO que iban a definir los candidatos a suceder al ex presidente Alberto Fernández, la industria textil salió a reclamar por un escenario que las empresas consideraban preocupante debido a una aguda caída de la actividad; reducciones significativas en ventas y producción, y una fuerte contracción del empleo.
Ese año, donde el modelo económico era diametralmente diferente al actual, los empresarios de este sector identificaron como principales causas de ese contexto a la pérdida de poder adquisitivo, la creciente importación, las restricciones al acceso a divisas, el aumento de costos, la fuerte presión impositiva y un contexto internacional que se calificaba como desafiante.
Dos años después y con un modelo económico liberal impuesto por el gobierno del presidente Javier Milei, el sector advierte que se encuentra en una situación «casi terminal», con una gran cantidad de empresas que debieron cerrar; despidos masivos; capacidad de producción en su peor momento; ventas que no crecen y rentabilidad nula o negativa.
El escenario fue descrito por miembros de la Fundación Pro Tejer este martes 7 de octubre durante un desayuno de prensa organizado para presentar las jornadas Pro Textil 2025, bajo el lema «¿Argentina, a contramano del mundo?», de la cual participan referentes del sector y especialistas que analizan la crisis que atraviesa esta industria.
Durante la reunión se mostró un trabajo realizado por Priscila Makari, directora Ejecutiva de Fundación Pro Tejer, y Lucía Knorre, economista Jefe de la misma organización que agrupa a representantes de la cadena de valor de la industria textil.
Tipo de cambio subsidiado
Del informe surge que el sector sufre un «año difícil», generado por los riesgos del modelo económico del presidente Milei que impacta negativamente en casi todo el sector productivo, a partir de medidas para sostener el dólar, la baja inflación y el equilibrio fiscal con anclas que presionan sobre salarios y jubilaciones.
El trabajo advierte que se utilizaron recursos extraordinarios para sostener el tipo de cambio en bajos niveles, generando pérdida de competitividad, exportaciones en caída y una apertura «indiscriminada» de importaciones que impacta directamente en la industria textil.
Entre enero y agosto pasado se inscribieron 14.000 nuevos CUITs para importar, a partir de las flexibilizaciones establecidas por el Gobierno y del levantamiento de controles que prevenían maniobras de subfacturación.
El informe de Pro Tejer también cuestiona la facilidad con la que operan los sitios de compra desde el exterior como Shein y Temu, mientras que en otros países se comenzó a regular el consumo «ultra fast fashion». En la Argentina, este modelo y la apertura hicieron que el 70% del mercado doméstico esté representado por compras al exterior.
En este sentido, Luciano Galfione, presidente de Pro Tejer, advirtió que el modelo impuesto por el gobierno libertario «destruye la cadena de valor de la industria textil» e impulsa el cierre de casi 400 empresas y la pérdida de 14.000 empleos en lo que va del año.
«Estamos viviendo un escenario con consumo que no se recupera, crecimiento que no se ve, exportaciones que se desaceleran y gasto público frenado, mientras solo crecen las importaciones«, sostuvo el empresario.
Perspectivas preocupantes
Para Jorge Sorabilla, secretario de Pro Tejer, la inversión extranjera «dejó de mirar a la Argentina«, ya que el RIGI, «que es bueno, no tracciona como debería»; el riesgo país sigue creciendo y se evidencia un escenario de fragilidad del modelo.
Por su parte, Pedro Bergaglio, tesorero de la entidad, destacó que «mientras la Argentina insiste con un modelo que destruye, el mundo va en otra dirección», con leyes que limitan el ultra fast fashion y agendas industrialistas.
Los empresarios entienden que «el modelo no cierra»; que se frenó la inflación «a costa de una recesión»; que el consumo «no despierta»; que la caída del empleo «no se detiene» y que existe un preocupante «retroceso industrial» con cierre de miles de empresas.
En este sentido, aseguran que «la única salida» es generar condiciones para una mayor competitividad industrial y creación de puestos de trabajo. «Cada vez que nos va mal a nosotros, es la antesala de lo que viene con el resto del país», señaló Galfione.
Para el titular de Pro Tejer, «no hay país desarrollado que no sea una potencia industrial», y agregó que ninguno puede «vivir sin industria o ser viable sin ella».
Modelo que expulsa
Sorabilla también mencionó la necesidad de que el gobierno nacional tenga «racionalidad» y entienda que «este modelo económico está agotado», y que si no se cambia el rumbo, la situación va a empeorar.
Según su mirada, «este modelo deja afuera a la industria», prefiriendo facilitar las importaciones en lugar de generar condiciones para ser competitivos.
Los empresarios textiles reclaman una reforma impositiva que permita abaratar los costos y mejorar la competitividad de una industria que está perdiendo al 30% de los fabricantes de sweaters, con el caso de Mar del Plata como ejemplo de la profunda crisis.
«Es un modelo perverso«, acusó Bergaglio, quien además de ser tesorero de Pro Tejer es presidente de la Cámara del Sweater, y agregó que, «a pesar de las fuertes inversiones que realizamos en los últimos años, hoy no tenemos mercado ni consumo».
Junto con sus colegas, el empresario acusó directamente al gobierno nacional de ser responsable de la situación de la industria textil.
Diseño «perverso»
Al respecto, Sorabilla, aseguró que el sector «padece por el diseño de la política económica y no porque no seamos competitivos, ya que tenemos la capacidad y la eficiencia para competirle a las mejores economías del mundo».
La mirada de Bergaglio es la misma, al entender que «la política económica nos hace daño, porque hay un mal diagnóstico por parte del equipo de gobierno, al punto que nuestras inversiones bajaron de los u$s1.400 millones que hicimos en los últimos tres años, a solamente u$s120 millones que es la que tenemos proyectada para todo el 2025».
Desde Pro Tejer, entienden que las autoridades nacionales deberían buscar un precio «de equilibrio» para el dólar y no solamente orientarse a mantener baja la inflación, sino también a pensar políticas que generen empleo, tener un tipo de cambio que le permita a la industria ser competitiva.
«El año pasado ya advertimos sobre las consecuencias que podía tener una caída abrupta del consumo, la renuncia a administrar en forma inteligente el comercio, liberar todos los controles aduaneros, facilitar las importaciones sustitutivas, demorar las reformas económicas necesarias y reducir unilateralmente los aranceles a las importaciones», recuerda Galfione.
Asegura no haberse equivocado en el diagnóstico, teniendo en cuenta que la industria textil se encuentra en niveles de piso históricos en materia de utilización de la capacidad instalada, con récords de importaciones en todos los eslabones que ingresan a precios históricamente bajos, sin valores criterio y sin control.
«La consecuencia es clara, estamos fomentando la economía informal. Y a eso le sumamos a quienes producimos, nos suben los costos en dólares y nos ponen cada vez más en desventaja, pero aclarando que no estamos en contra de competir, que nos hace bien, nos hace mejores, pero debemos competir en igualdad de condiciones«.
El empresario también se queja de la comunicación oficial, sobre la que se montan los trolls del gobierno, que promueve que lo
importado es mejor, «nos hace responsables de los elevados precios de la ropa, pone a la población en nuestra contra. Siendo que hoy el costo financiero, ya debe ser más importante que: toda la materia prima, la mano de obra y los costos de transformación que componen el coste industrial de una prenda».
La nota original fue publicada en iProfesional.