
En absoluto silencio por ahora, Jamie Dimon, el CEO global de JP Morgan, prepara su aterrizaje la semana que viene en la Argentina.
Aunque todavía no tiene confirmadas reuniones con funcionarios del gobierno nacional y no se descarta un encuentro al más alto nivel, en principio el paso del número uno de la institución financiera con más historia del mundo se produce tras el anuncio de un plan de financiación de inversiones absolutamente alineado con la Casa Blanca, justo cuando la administración de Donald Trump se convirtió en el garante final de la estabilidad financiera del país al menos hasta las elecciones.
Está previsto que Dimon diserte el miércoles 22 en uno de los edificios de la empresa en Buenos Aires en una conversación tanto para los principales ejecutivos como para los empleados y un selecto grupo de invitados con agenda abierta. JP Morgan, además del negocio de banca de inversión, tiene en la Argentina miles de empleados que trabajan prestando servicios para la propia compañía en el resto del mundo.
Por estas horas, desde la filial que conduce en el país Facundo Gómez Minujin guardan el secreto de la visita bajo siete llaves pero ya están organizando el encuentro y pidieron a los participantes que anticipen posibles preguntas para el ejecutivo. «Silencio», responden cuando se les pide detalles sobre el viaje.
Las exposiciones de este tipo, tanto presenciales como virtuales, son habituales en las oficinas de JP Morgan en todo el planeta, pero son pocas las veces en las que participa el propio Dimon. «Cuando lo hace termina hablando de temas de geopolítica», indican algunos de los que han participado en varios «town halls», como le llaman a estos eventos.
Se trata de un contexto particular. Por un lado es el momento de mayor intervención de un gobierno de Estados Unidos en la economía argentina con venta de dólares, negociación de un swap para las reservas y hasta la búsqueda de más fondos desde la banca privada, todo bajo la tutela del secretario del Tesoro, Scott Bessent, que en los últimos quince días habló como nunca del tipo de cambio, el peronismo y hasta el voto joven el próximo 26 de octubre.
Así, se habla de que está en preparativos un paquete de ayuda de 40 mil millones de dólares en total, con los que se buscaría garantizar el pago de la deuda e intentar forzar una baja del riesgo país, siempre y cuando se mantenga el apoyo electoral a La Libertad Avanza. En ese plan, además, se menciona una participación de bancos de EEUU, como el Citi o el JP Morgan, para la recompra de títulos públicos o el aporte para algún tipo de crédito.
La intervención «poco convencional» de la Casa Blanca en la Argentina, como la definió el economista Larry Summers en la señal Bloomberg este martes, coincide con un momento también poco habitual del mundo de los negocios privados en Washington, con una alineación con los intereses de la política exterior de la administración Trump, en especial en materia de seguridad y geopolítica.
Como se contó en este diario esta semana, la mayor demostración de esta nueva etapa es el anuncio del propio JP Morgan de un plan a diez años para intervenir en la financiación de empresas americanas en rubros que el gobierno estadounidense considera críticos, desde las ahora famosas tierras raras (minerales como el uranio) hasta la inteligencia artificial, de manera tal de plantarle cara al desarrollo de China que con una economía centralizada pareciera haber aventajado a la Casa Blanca.
Se trata de un plan de 1,5 millones de millones de dólares en 4 rubros y 27 subáreas en las que, según explicó el propio Dimon, buscará ayudar a las empresas de EEUU a generar fuentes confiables de minería, energía y bienes industriales clave para el país en medio de una guerra comercial y política acicateada por Trump de cara al gigante asiático.
«Ojalá, una vez más, como lo ha hecho Estados Unidos en el pasado, nos unamos para afrontar estos inmensos desafíos. Necesitamos actuar ya», aseguró a comienzos de esta semana en un comunicado.
La coordinación con las corporaciones es tal que Bessent citó el miércoles en un foro de la señal CBS el plan de JP Morgan como uno caso testigo de inversiones privadas en favor de la estrategia geopolítica hacia el exterior. En paralelo, Bessent explicó también en ese marco por qué el Estado compró acciones en 5 empresas de tecnología o energía en lo que va del año: «Porque son sectores críticos», respondió cuando le preguntaron si no eran «políticas socialistas». Una paradoja. Bessent estatiza parte de empresas y planifica inversión privada, justo cuando dice que apoya a gobiernos como el de Milei para evitar el avance del «socialismo» en la región.
Es que el mundo es más complejo que los eslóganes «estás con EEUU y corrés a China», como pareciera ser lo que surge del alineamiento de Milei con Trump. El Presidente estuvo el viernes pasado en Sidersa, la metalúrgica que tiene en marcha una inversión en San Nicolás en el marco del Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones. La maquinaria importada de Italia, clave para la planta que se inaugurará en 2028, se compró gracias a un crédito del banco chino ICBC por US$100 millones.
Milei se fue contento del acto de todas maneras. La familia Spoto, accionista de la empresa que busca dar el salto para competir con Acindar y Gerdau, le regaló una placa de acero con la cara de uno de sus perros.
La nota original fue publicada en El Cronista