
La banda de Javier Milei
Por Leo Bilanski Director de MundoEmpresarial.AR
Los violines desafinados de Milei
Mientras la Argentina navega en medio de una tormenta económica, financiera y política sin rumbo claro, el Presidente Javier Milei ofreció un #PanicShow en el Movistar Arena. Un espectáculo musical que quedará, por lo horrible, en la historia de la política argentina: el capitán cantando mientras el barco se hunde.
Las imágenes del mandatario entonando covers de rock frente a una multitud eufórica nos recuerdan inevitablemente a los violinistas del Titanic, que siguieron tocando cuando ya sabían que el final era inminente. Afuera del show, lejos del fervor libertario, el país atraviesa una de las situaciones más delicadas desde el 2001: inflación reprimida, reservas agotadas, una economía paralizada y un dólar al borde de una corrida cambiaria que puede desatarse en cualquier momento.
El contraste no puede ser más brutal. Mientras en Buenos Aires el Presidente canta y presenta su libro entre luces y humo, su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, permanece en Washington intentando –sin dólares ni fecha de regreso– obtener auxilio financiero del Tesoro norteamericano, encabezado por Scott Bessent. El mensaje es claro: la política económica argentina se ha mudado a los Estados Unidos, mientras la realidad local arde.
La escena externa completa no es más tranquilizadora: en los últimos días, el Gobierno intervino fuerte para domar al dólar y contener tensiones. Aun así, el oficial trepó en el Banco Nación y el paralelo cerró en torno a $1450, con brechas finitas pero un mercado híper sensible que lee cada gesto del Tesoro norteamericano. La corrida bancaria está a la vuelta de la esquina, o al poco calculado ó canchero comentario de algún miembro del equipo económico como el «compra campeón». Las reservas ya al límite apenas alcanzan para sostener un par de días la intervención del gobierno en todos los dólares.
Pleased to welcome @LuisCaputoAR and the Argentine delegation to the @USTreasury.
— Treasury Secretary Scott Bessent (@SecScottBessent) October 6, 2025
During their time here in Washington, we will continue our productive discussions on the several options that Treasury has at the ready to support Argentina’s strong policies. pic.twitter.com/MZVaxJIp1J
El “show presidencial” no es sólo un gesto excéntrico; es la puesta en escena de un proyecto político que confunde marketing con gestión, espectáculo con conducción. Las pymes, la industria nacional y el empleo formal, los jubilados y las personas con discapacidad son víctimas silenciosas de esta economía de ajuste perpetuo. Las pymes miran atónitas cómo se dilapida el tiempo en una performance personalista mientras se profundiza la recesión, se frena el crédito y se destruye el poder de compra.
La renuncia de José Luis Espert es la admisión política de un fracaso ético. Se baja acorralado por las denuncias de financiamiento ligado al narcotráfico y por su propio reconocimiento de haber cobrado US$200.000 de Federico “Fred” Machado —empresario detenido e investigado por tráfico de cocaína y lavado en EEUU—; no hay “opereta” que tape ese dato. En simultáneo, abandonó su candidatura y dejó la presidencia de la Comisión de Presupuesto en el Congreso de la Nación Argentina porque ya no podía explicar lo inexplicable ni sostener la autoridad moral que exige manejar la caja del Estado. La política no es un karaoke, y Espert no parece que sea ni el primero, ni el último ni el único que fue financiado por Fred Machado. Faltan temas por sonar en esta playlist.
No nos sorprende el intento de Milei de imponer su narrativa de éxito individual en medio del derrumbe colectivo. Lo que sí preocupa es la desconexión absoluta entre el relato del “milagro libertario” y la realidad de miles de empresas que hoy no pueden pagar salarios, las ventas se caen y todos tienen que poner de su bolsillo para sostener los boliches.
El Titanic argentino sigue su curso. En la cubierta, suena el violín del Presidente. Pero en las entrañas del barco, el agua ya llegó al cuello.