
Estación de servicio YPF con surtidores de nafta
La incertidumbre se volvió parte de la rutina para cientos de pequeñas y medianas empresas proveedoras de la industria energética. En medio de un escenario de baja actividad y fuerte capacidad ociosa, muchas pymes denuncian que la política de precios dinámicos de YPF, conocida como “micropricing”, agrava aún más su situación financiera y operativa.
La medida permite modificar el precio de los combustibles varias veces al día, sin previo aviso público. Para las pymes que dependen del transporte para abastecer obras y servicios, esto implica operar a ciegas. “No se puede planificar ni calcular un costo real de logística. Vamos a cargar sin saber cuánto vamos a pagar”, señaló el dueño de una empresa de servicios industriales de Neuquén.
Las quejas se multiplican en un contexto económico delicado. El último informe de septiembre del Grupo Argentino de Proveedores Petroleros (GAPP) reveló que más del 75% de las empresas del sector opera con un mínimo del 25% de su capacidad productiva sin utilizar.
“No podemos llevar toda la flota a las 4 AM”
La nueva modalidad de precios segmentados genera situaciones absurdas para los empresarios. Algunos horarios ofrecen descuentos de hasta 6% respecto a otros momentos del día. Pero aprovecharlos no es sencillo. “No podemos mover una flota de camionetas y combis a las 4 de la mañana solo para conseguir un precio más barato. Eso no es viable para una pyme”, criticó un proveedor del sector de transporte.
La operatoria, que se implementó inicialmente en grandes ciudades y estaciones de alto volumen, impacta especialmente en compañías que trabajan en zonas petroleras alejadas, donde la logística ya es costosa. Las empresas denuncian que esta práctica no solo encarece costos sino que desorganiza las rutinas de abastecimiento.
A esta tensión se suma la baja actividad en el sector. Según el GAPP, hay una caída interanual del 26% en la cantidad de equipos de perforación activos y un freno en las órdenes de compra. “La cadena de proveedores está atravesando un valle de actividad, con riesgos concretos sobre el empleo técnico y especializado”, alertaron desde la entidad.

Alta capacidad ociosa y poca previsibilidad
El relevamiento del GAPP detalló que el 53% de las empresas reportó niveles medios de capacidad ociosa, entre 25% y 50%, mientras que un 16% indicó niveles altos. Solo un 2% afirmó no tener capacidad sin usar. La falta de actividad también repercute en el empleo: un 42% de las empresas logró mantener su plantilla, pero un 23% debió suspender contrataciones y un 16% aplicó despidos.
Para los empresarios, este panorama vuelve más crítica la falta de previsibilidad en los precios de combustibles. “Cada litro que cargamos es una ruleta. Así no se puede hacer presupuesto, ni planificar recorridos, ni calcular márgenes. Es pegarle al aire”, graficó un gerente logístico de una pyme metalmecánica.
El micropricing se presenta como un mecanismo de eficiencia para las petroleras, pero para las pymes representa un golpe a la planificación financiera diaria. “En una empresa grande, un 5% más o menos en combustible es absorbible. Para nosotros, significa el sueldo de un empleado o el pago de un proveedor”, señaló otro empresario consultado por este medio.
Las pymes y un mercado debilitado
El informe de GAPP también advierte que un 68% de las empresas tiene alta preocupación por la falta de órdenes de compra, y un 56% está inquieto por la disminución en pedidos de cotización. A esto se suma la presión de la competencia externa, que creció del 46% al 52% en el corto plazo.
En paralelo, el 47% de las pymes logró revisiones contractuales bajo condiciones desventajosas, el 29% no consiguió actualizaciones y solo un 24% alcanzó ajustes adecuados. La tensión sobre la cadena de proveedores es evidente.
En ese marco, las pymes reclaman reglas de juego más claras y previsibles. “Necesitamos saber a qué precio vamos a cargar combustible. No se trata de pedir subsidios, se trata de poder trabajar sin que el costo cambie de un minuto a otro”, expresaron.
Pese al escenario adverso, las pymes sostienen su actividad con creatividad y sacrificio. “Hacemos malabares para no cerrar. Reorganizamos turnos, extendemos plazos, renegociamos con proveedores y tratamos de no despedir gente”, describió un empresario patagónico.
Desde GAPP remarcan que el entramado industrial nacional es clave para el desarrollo de la industria energética. Son cerca de 7.000 pymes que generan más de 200.000 empleos directos e indirectos y que representan el 75% del empleo del sector. Sin embargo, sin previsibilidad en costos clave como el combustible, la competitividad se erosiona.
“Somos aliados estratégicos de las grandes operadoras, pero necesitamos condiciones mínimas para trabajar”, afirmaron.
La nota original fue publicada en Eolo Media.